Sunday, January 16, 2011

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Ayer, inauguración de la librería de Xavie: La Independiente. Os recomiendo pasar por allí (c/ Espíritu Santo, 27): tiene una estupenda selección de libros. La gente fumando y bebiendo vino fuera, en la estrecha acera. Los coches pasaban rozando y algún camión podía segar las cabezas con los retrovisores. Algunos amigos me dijeron que ya casi no escribo en el blog. Que sólo pongo vídeos. Es verdad, ando bastante desganado últimamente. Por eso hoy me he aplicado: dos posts.
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Veo tan fascinado como horrorizado Apocalipsis. La Segunda Guerra Mundial, uno de los mejores documentales que he visto en mi vida. Todas las imágenes son reales, parece increíble, lo grababan todo; muchas tienen una extraña belleza, y la narración es muy efectiva. Tantas brutalidades y sufrimientos, millones de muertes, muestras de valentía, de odio, de locura, politiqueos, venganzas, estrategias… Es impresionante. Te quedas aturdido, noqueado.
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Los bombardeos alemanes de Londres me recuerdan a la película El discurso del rey, de Colin Firth, que vimos el otro día. Nos gustó, es muy entretenida.
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Human, All Too Human: documentales sobre filósofos en la BBC: Nietzsche, Heidegger, Sartre, etc.

La doble avería y el humor berlanguiano

La Esfinge me dejó por Reyes Troppo vero, el último de los diarios de A.T.
Troppo vero es troppo grande, por lo que a veces le tienta a uno dar saltitos de párrafo en párrafo, como los gorriones en las ramas de los árboles, para tener al menos la sensación de que algún día llegará al final.
A lo largo de los años se han ido haciendo famosos los pasajes humorísticos en los que A.T. deja en situación risible a algunos de sus contrincantes literarios, pero hay que reconocerle también que el sentido del humor es casi omnipresente y en bastantes ocasiones se dirige hacia sí mismo. En esos momentos de autoparodia se sale.
A.T. escribe mucho mejor con el humor en la mano que enfadado o con el orgullo herido. Cuando está de buen humor tiene más ocurrencias felices, y sabe contagiarlo. Hay algunas situaciones de pura estirpe berlanguiana.
Al principio de este tomo se le aparece un Dios mendicante entre las zarzas de Las Viñas y le insta a ser buena gente y abandonar la esgrima literaria, y en esa lucha de santidad imposible se debate en todo el libro.
Esta mañana me he estado riendo con un pasaje en el que nos cuenta su doble avería en la carretera, cuando se le estropean dos coches camino de Madrid con la familia en pleno. Son unas páginas antológicas (pp. 366-375), llenas de exagerada autoparodia: "La gente de la gasolinera nos miraba como si fuésemos la familia Manson. Veníamos sucios, con las ropas viejas, con los zapatos llenos de polvo, los chicos con los pelos largos [...] Me veía todo el mundo con las manos en la cabeza, agarrándome el pelo como quien teme despeñarse en la sima profunda del nihilismo".
Como estos días no estoy muy optimístico (que diría Clarence Seedorf), agradece uno estos buenos ratos.

Wednesday, January 12, 2011