Friday, December 24, 2010

Cuaderno de Talamanca

"8 de agosto. Me he levantado hacia las 4 de la madrugada y he ido a pasear por la orilla del mar. Me he sentado sobre una roca a esperar que se hiciera de día. Cuando empezó a clarear, la luz no venía de arriba, sino de las rocas de los alrededores, como si estuviera oculta tras ellas y esperara la mañana para salir. Esta transfiguración de la materia, tan bella, tan irreal, hizo que olvidara las amargas reflexiones con las que suelen iniciarse todos mis insomnios.
En los paisajes que amamos, nuestras debilidades toman otro cariz.
Aquí, el insomnio no es un mal, sino únicamente una cierta imposibilidad.
***
10 de agosto. Griposo. Me he pasado todo el día en la cama. Han vuelto las viejas obsesiones, el sentimiento de que para mí nada es posible. Vaya donde vaya, mis males me acompañan. Ése es el regalo capital de mi existencia. Se diría incluso que mis males me preceden, que despejan el terreno a fin de que pueda ser desdichado sin dificultad, sin obstáculos. Si se me transportara al Paraíso, el fenómeno se repetiría ineluctablemente.
Durante toda la tarde he estado pensando en Keats en Roma. Por mucho que cambie de paisaje, no puedo cambiar de destino. Y, mala señal para mí, todavía no he conseguido resignarme al mío a pesar de todos mis esfuerzos en ese sentido, y de todas mis teorías al respecto. Me desasosiega y me exaspera, me arranca continuas lamentaciones, como si fuera posible tener otro o modificar sus circunstancias. Sufrir tranquilamente es un secreto que aspiro en vano a poseer y sin el cual los temperamentos como el mío están condenados al infierno."
(E. M. Cioran, Ibiza, 1966)

1 comment:

Anonymous said...

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