Friday, April 24, 2009

El Día sin Libros: James Aira y César Agee

Iba a rescatar para la ocasión al Hombre Perdido, aquella rana Gustavo de los saraos culturales, pero de camino me perdí en unas cañas de cerveza (hacía una tarde estupenda para las terrazas). Mi resumen del Día del Libro queda, más o menos, así: me compré Elogiemos ahora a hombres famosos de James Agee y fui a la conferencia que dio César Aira en la Real Casa de Correos. Vamos, que no hice gran cosa, pero al menos cumplí con el mundo de la industria editorial haciendo un poco de gasto, que es lo que verdaderamente importa, pese al irrisorio 10 por ciento de rebaja en tiempo de crisis (ay, esa ley del precio fijo...).
De la existencia de este libro de James Agee con fotos de Walker Evans me enteré hace tiempo a través de Mabalot (grazie, amigo, por estos descubrimientos) y la verdad es que sólo en el rato que lo estuve leyendo de vuelta en el autobús era como si estuviese presenciando un acontecimiento importante, la epifanía de algo. Algo así como la contundencia literaria de la verdad, o la verdad de la literatura contundente, o la contundencia de la verdadera literatura. Quizás Agee consiguió eso tan difícil que es aunar crudismo y música en un texto sobre la realidad más inmediata: el detalle, la pobreza, lo humano, etc. Estoy seguro de que voy a disfrutar mucho con su lectura, aunque el cuidado de esta edición de Planeta-Backlist deja mucho que desear.
La conferencia de César Aira me gustó. Quizás se hizo un poco aburrida porque la llevaba escrita y lo único que hizo fue leerla, y así se pierde toda la gracia del directo, pero el contenido era muy interesante (habrá que leerla cuando se publique). Como no llevé cuadernito de notas no puedo reproducir ahora ninguna cita, pero hubo alguna frase muy buena. Habló en general de su relación con los libros y con la literatura. Habló de esas lecturas "perdonables", es decir, de esos libros que no atesoran gran calidad pero de cuya lectura uno puede disfrutar muchísimo. O sea, la llamada subliteratura o literatura de género. Habló de lo bueno que hay en la literatura mala y de lo malo que hay en la literatura buena. Habló de cómo los grandes autores se suelen comer a sus personajes y a sus libros, mientras que los autores pequeños les dejan vivir plenamente (el ejemplo paradigmático está en Sherlock Holmes y Conan Doyle: si éste fuera un escritor de primera línea, seguramente la figura de aquél se resentiría).
Hizo unas cuantas reflexiones sobre la literatura folletinesca y de ciencia-ficción francesa del siglo XIX. Habló de libros y autores que desconozco por completo (aunque algunos personajes me suenan, como Fantomas), e hizo un repaso bastante detallado de la obra de
Maurice Renard, del que elogió sobre todo sus primeros libros (especialmente, creo recordar, Las manos de Orlac); parece ser que a partir de su divorcio Renard empezó a escribir por dinero y ahí se estropeó todo, según Aira. Lo que me quedó claro escuchándolo es que este tío es un lector voraz, compulsivo, se ha debido de leer media Biblioteca de Alejandría o más, algo tremendo, pero al mismo tiempo es un lector muy inteligente y sagaz. Tiene una forma curiosa de ver la literatura. Y el personaje que se ha creado para caer mal a mí me cae bien.
Por cierto, que ya ha empezado la feria del libro antiguo de Recoletos. Habrá que pasarse por allí. Lo mismo encontramos ese Renard.

4 comments:

Mabalot said...

Qué envidia.

conde-duque said...

Vente a vivir aquí, seguro que nos lo pasábamos bien.
En cuanto a lo de la literatura buena y mala, supongo que Aira se refería a que así lo percibimos inevitablemente nosotros desde nuestra época, retrospectivamente, porque los hechos (los libros, los personajes) como tales seguirían siendo los mismos. Es decir, que la lectura nunca es inocente, y mucho menos la valoración. Leemos (y valoramos) un libro desde lo que ya sabemos sobre el autor, el lugar que ocupa en la historia de la literatura, etc. Para bien y para mal (a veces nos perjudica y a veces nos beneficia como lectores). Creo yo que quería decir eso, pero no estoy seguro.

Martín López said...

El libro de Agee es irregular, va como a tirones. Tiene momentos malos, de escribir catálogos (esa impresión recuerdo), pero que por contraste realzan los momentos alucinantes y alucinados. Y en efecto ese libro no se olvida. Saludos. Ah, y las fotos de Walker Evans, maravillosas, terribles.

conde-duque said...

Puede ser verdad eso que dices de la irregularidad, Martín. Eso parece. Aunque ya os contaré según vaya avanzando en la lectura.