Sunday, February 08, 2009

"A estación violenta", de Manuel Jabois

Pues en esto que resulta que Jabois, nuestro Manuel, ha publicado su primera novela, y a mí me llegó ayer al buzón y estoy disfrutando mucho leyéndola y quiero compartirlo ya mismo, aunque no la haya terminado aún. Está escrita en gallego y ha sido publicada por la editorial Morgante (esperemos que pronto traspase las fronteras autonómicas del idioma y sea traducida al castellano).
De Jabois conocíamos hasta ahora su labor periodística, en la que destaca por su brillantísima prosa (para mí una de las mejores del periodismo español) y por continuar con talento la veta de ironía, inteligencia y vago escepticismo (no dejarnos embaucar con la imagen del espejo, sino analizar con humor la superficie y el trasfondo de ese espejo mediático que nos devuelve la imagen del mundo) abierta por Arcadi Espada, que es en sí mismo toda una escuela de periodismo.
Lo de publicar una primera novela siempre tiene su peligro. Es un poco como tirarse en parapente colina abajo: puede uno tambalearse en el aire o caerse de bruces o rozarse el culo contra las piedras… y quedar en evidencia o escocido durante un tiempo (después de todo, es la primera vez que uno se muestra en serio ante los demás, en formato libro, ese fetiche o ídolo nuestro de papel), pero veo que Jabois ha salido indemne del aprieto: vivito y coleando y, sobre todo, con renovadas fuerzas para dar mucho más, pues éste ha sido sólo el primer impulso. Se va a tirar muchas más veces por el desfiladero. Y lo mejor está por llegar…
Lo que más me está gustando de A estación violenta es la musicalidad de su prosa. Se pone uno a leerla y no puede parar, o puede no parar: si te descuidas te quedas agarrado al libro y te encierras en tu cuarto y te salen telarañas de los sobacos y la mujer te abandona por incomparecencia. Para mí una cosa está clarísima: aquí hay escritor, y de los buenos. Y eso no es tan fácil de ver en una “ópera prima” (cursilísima expresión, por cierto).
El tono me está recordando mucho a Scott Fitzgerald, con su melancolía de las generaciones perdidas y su nostalgia de las ilusiones truncadas, de los veranos felices, de las juventudes marchitas; más incluso que a las evocadas Palmeras salvajes de Faulkner. Por supuesto, no faltan en la prosa de Jabois algunas resonancias marianas (de Javier Marías, no de la Virgen, aunque quizás sean la misma cosa, al menos para la literatura española actual, pues se aparece en las manchas de todas las paredes), empezando por la primera frase, buenísima: “Me pregunto a veces para quién fuimos importantes, y quién nos quiso, o quién quiso querernos”. Pero la diferencia, para mí, es que Marías es un pedantuelo y Jabois no. A mí me gusta más Jabois, qué queréis que os diga, y no lo digo porque sea mi amigo. Por otro lado, los dos son del Madrid y admiradores de Zidane, y eso les honra y les garantiza mi amistad para los restos. En fin, que ya pueden dormir tranquilos… Y, qué coño, nuestro Jabois queda mejor en las solapas; hasta, si me apuras, queda mejor que Manuel Rivas, prototipo de gallego triunfante y “guapetón” (eso dicen, al menos, las señoras menopáusicas). Vean, vean:

A ver, que me disperso... Al grano. Hasta donde llevo leído, los personajes de A estación violenta parecen atrapados en cierto romanticismo, un peligroso "romanticismo de sí mismos" del que no quieren salir: la épica del perdedor. Es la historia de unos jóvenes que se desencantan pronto de la vida. Me los imagino como un grupo de niños bien que hacen juergas en chalés con piscina y beben y se drogan, tipo Historias del Kronen pero de la Caeira (o eso me parece a mí, no sé), envueltos en una especie de “malditismo pijo” (expresión que, creo recordar, utilizó el propio Jabois en un post sobre los Panero); después algunos salen mal parados y otros se hacen mayores pero no quieren ser mayores, como Peter Pan pero con whisky. Y los vemos siempre desde después, desde el futuro que proyecta implacable su tristeza sobre el paraíso perdido: quizás por eso parece a veces que se toman demasiado en serio a sí mismos y se ponen fúnebres y sentenciosos y están de vuelta de todo. Supongo que, en un momento dado, todos los jóvenes postadolescentes (¿a los veintipocos?) nos creemos especiales, únicos, queremos autoafirmarnos como “generación” y buscamos diferenciarnos de los otros, etiquetarnos, analizarnos, y nos sale indefectiblemente un “nosotros” demasiado petulante, que se da importancia. Pronto nos daremos cuenta de que ese “nosotros” también era un espejismo (no sólo lo eran nuestros sueños), el mismo espejismo exactamente de los que ya fueron y de los que vendrán.
Por eso ahora me cuesta identificarme con esa elegía heroica (perdedora) que hacen los personajes respecto de “su generación”, que también es la mía. La generación de Fitzgerald pasó por una guerra mundial y una Ley Seca... y estaba el jazz y el cine mudo y el fox-trot y las piernas de las coristas, y después el crack del 29, etcétera, pero la nuestra sólo tuvo a Naranjito, Citronio y la teta derecha de Sabrina, poco más o menos. Quiero decir que quizás no tenemos derecho ni al sentimiento de pérdida.
Al margen de todo eso (que es otro tema de discusión y que no tiene que ver exactamente con la novela), los personajes de A estación violenta sienten y padecen, tienen sus amores, sus desengaños, sus recuerdos, sus amigos muertos, los golpes de la vida… y ahí es donde Manuel pone toda la poesía en el asador. Sus descripciones son sentimientos muy fuertes, siempre con sabor a derrota, y destilan melancolía por los cuatro costados. Son frases rítmicas, acompasadas, con una sintaxis perfecta, y da gusto recorrerlas. Porque leer a Jabois es un verdadero placer, no un castigo o cilicio como pasa con tantos otros (que no saben ni poner las comas). Aquí hay destreza de escritor, buena mano para la narración de recuerdos y para la descripción de momentos.
Quizás, como miembro que es del Círculo Solana (porque Marías tendrá su Reino de Redonda, pero nuestro Círculo tiene la boina de Buñuel en vez de la peluca de Almodóvar), el estilo de Jabois acabará adquiriendo mayor crudeza y rudismo (o crudismo y rudeza), asimilándose a la mirada seca del chucho callejero; o no, quién sabe; en cualquier caso, el evidente lirismo que transpira este libro sabe contenerse y no se sale de la raya. El dilema futuro (el de todos nosotros, y aquí no se salva ni Dios) es cómo conciliar música con crudismo.
Tengo que reconocer que, mientras leo su libro, estoy echando de menos una cosa (a lo mejor llega en las próximas páginas, ya os diré): el sentido del humor al que Jabois nos tiene tan acostumbrados desde su columna del Diario de Pontevedra, que para mí es de sus valores más importantes. Pero la culpa de esto es sólo mía: el error está en que yo busco a Jabois en el narrador, y eso no es justo, o es trampa, o es algo que no se debe hacer. Esto es otra cosa.
De hecho creo que Jabois, que escribió esta novela hace unos años, ya no se reconoce en la voz del narrador. Es normal. Pero ahí queda, como testimonio del pasado (ése que nunca acabaremos de quitarnos del todo, ése que nunca dejaremos de ser, al menos un poco), pues las novelas no tienen que ser sólo presente.
Yo creo que la verdadera derrota está tras la derrota, tras el sentimiento eufórico de la derrota, cuando uno ve que, después de todo, no ha pasado nada; peor aún, que en realidad no pasaba nada donde uno veía el fin del mundo, y que seguramente seguirá sin pasar. Que la vida iba en serio, sí, pero que tampoco era para tanto.
Quizás ésa es la voz que nos queda por delante; ésa o cualquier otra, da igual. Siempre que salga de la mano de Jabois, será una gozada leer esa voz de la prosa, o esa prosa de la voz. Mientras, con vuestro permiso, voy a seguir meciéndome en su magnífico gallego: “Naqueles anos, onde queira que me atopase, calquera que fose o momento, sempre estaba só. Miraba ao meu redor indiferente. Lembro inviernos de noites nas que calquera hora eran as cinco da madrugada. (…) Viaxaba ao final movido polo calendario, xusto a tempo para ver a derradeira luz da tarde escorregando plúmbea pola fachada de pedra gris do meu edificio. A miúdo a chuvia. Outras veces, o teito húmido do meu cuarto. Sempre insomne, ou coa aparencia de estalo”.
Y ahora no sé qué hacéis que no salís a la librería más cercana y encargáis A estación violenta de Manuel Jabois. Seguro que la disfrutáis tanto como yo. Una gran primera novela.

9 comments:

M. said...

Conde, voy a mandar colgar el segundo párrafo en la fachada del Ayuntamiento. Mañana te escribo con calma. Un abrazo emocionado, caballero.

Mabalot said...

A la primera lectura de esta reseña (aunque se queda corta la palabra)debo decir que estoy pasmado por lo mucho y bueno que se dice aquí. Es un privilegio leerte, macho. Una suerte. Y además sueltas varias perlas dignas de pensar, como de pasada.

"Que la vida iba en serio, sí, pero que tampoco era para tanto." Toma Gil de Biedma, jajajaja... Y qué razón.

El libro, todo sea dicho, y la ocasión, y el autor, se merecen esta crítica.

toño said...

espero poder hacerme pronto con la novela ....magnificas palabras de Conde ..aunque la verdad bien las merece ...por haber trabajado tanto y desde tan joven sintoma de calidad ,que los años han echo viSible y real ....CHAPÓ MANUEL .

TOÑO ESCUDERO

M. said...

Bueno, Conde, he pasado del segundo párrafo (iba a decir muy a mi pesar, pero qué va: el resto está a la altura). El otro día me estuve reprochando por andar por ahí como pidiendo disculpas. No es malo ser autocrítico, pero eso puede obligar a los demás a leer tu trabajo o a juzgarlo partiendo de una base un poco incómoda: al autor no le convence, yo no voy a ser más gilipollas que él. Pero aún distanciado de ella, si a mí no me convenciese o en último caso no me terminase de gustar, no la publicaría. Tu texto es tremendo, generoso y abundante. Es curiosa la vanidad: puede leer uno sobre sí mismo cientos de páginas y no se cansaría nunca y aún más: no leería otra cosa :)

El otro día hablé con el padre de mi novia, que es un señor muy cultivado, y me dijo que a propósito de esto era una obra de evocación. Seguramente, y yo no había dado con la palabra. Es verdad lo del humor, que apenas aparece. Algo hay, pero poco: es curioso pero no salió, y sale a menudo, pero aquí no salió. Me alegra que te guste la escritura: fue especialmente cuidada. Como vuestra opinión es la de dos personas extraordinariamente leídas, a las que tengo en consideración y respeto, y de las que llevo aprendiendo 'pola calada' desde hace años, lo que hago con este texto y el de Mabalot es mandarlo por correo a amigos, esposas, amantes, enemigos y parientes lejanos. Si la novela valió sólo para esto, bien está.

PD: Estás muy en lo cierto en lo de la foto de solapa. Y yo creo que habría que empezar a tirar por ahí. A ver si Planeta, que tiene unas fotos inmensas, se da por enterada :) Aperta.

conde-duque said...

Buenas, Mabalot, Manuel. Gracias a vosotros, siempre es un placer leeros.

Sí, eso, una novela de evocación: esa nostalgia por el pasado, por los veranos felices, por la juventud perdida...
¡Pero, coño, que todavía somos jóvenes! Un poco todavía sí, ¿no? No me digáis lo contrario, que me dáis un disgusto... ¡No os dejéis embaucar por los vendedores de hipotecas!
Tengo un amigo que, desde que su mujer está embarazada, no hace más que repetir lo mayores que somos, etc etc. Todo para convencerse a sí mismo y para convencernos a los demás...

En cuanto a la autocrítica, yo creo que es algo fundamental mientras uno escribe (siempre que no resulte paralizante, claro), pero cuando ya está el libro publicado es mejor guárdarsela para uno mismo, digo yo, que te sirva para la próxima novela, o al menos espera a que la gente te diga lo que opina... sin vendas antes de la herida.
Ya no hay que mirar atrás. Sólo adelante. ¡A por la siguiente!
Porque, para escribir la segunda novela, hay que haber hecho antes la primera. Y ahora ya has cruzado ese Rubicón...
Enhorabuena, y unha aperta.

EL INSTIGADOR said...

Con esta recomendación, espero ansioso la versión castellana.

Saludos

Anonymous said...

La versión castellana llegará muy pronto (en septiembre). La publica el sello "Serie Ulysses", de la editorial CTO.

María said...

la he pedido en la casa del libro.. a ver que tal! me llega la semana q viene!!!

Anonymous said...

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