Thursday, August 14, 2008

Números, tiempos, edades

"—Joyce fue autor de tres novelas —explicó Tom—. Balzac escribió noventa. ¿Supone eso una gran diferencia para nosotros?
—Para mí, no.
—Kafka escribió su primer relato en una noche. Stendhal escribió La cartuja de Parma en cuarenta y cinco días. Melville escribió Moby Dick en dieciséis meses. Flaubert dedicó cinco años a Madame Bovary. Musil trabajó dieciocho años en El hombre sin atributos y murió antes de acabarlo. ¿Nos importa algo de eso ahora?
La pregunta no parecía exigir respuesta.
—Milton era ciego. Cervantes sólo tenía un brazo. A Christopher Marlowe lo mataron de una puñalada en un reyerta de taberna antes de que cumpliera los treinta. Al parecer, el puñal le atravesó limpiamente un ojo. ¿Qué debemos pensar de eso?
—No sé, Tom. Dímelo tú.
—Nada. Absolutamente nada.
—Me inclino a compartir tu opinión.
—Thomas Wentworth Higginson «corrigió» los poemas de Emily Dickinson. Un engreído analfabeto que calificó Hojas de hierba de libro inmoral se atrevió a tocar la obra de la divina Emily. Y el pobre Poe, que murió loco y borracho en una alcantarilla de Baltimore, tuvo la desgracia de elegir a Rufus Griswold como albacea literario. Sin sospechar siquiera que Griswold lo despreciaba, que su presunto amigo y defensor pasaría años tratando de destrozar su reputación. [...]
—Sí —convino Tom—. Los cuarenta es muy pronto. Pero piensa en cuántos escritores no han llegado a esa edad.
—Christopher Marlowe.
—Muerto a los veintinueve. Keats, a los veinticinco. Georg Büchner, a los veintitrés. Imagínate. El mayor dramaturgo alemán del siglo diecinueve, desaparecido a los veintitrés años. Lord Byron, a los treinta y seis. Emily Bronte, a los treinta. Charlotte Bronte, a los treinta y nueve. Shelley, sólo un mes antes de cumplir los treinta. Sir Philip Sidney, a los treinta y uno. Nathanael West, a los treinta y siete. Wilfred Owen, a los veinticinco. Georg Trakl, a los veintisiete. Leopardi, García Lorca y Apollinaire, a los treinta y ocho. Pascal, a los treinta y nueve. Flannery O'Connor, a los treinta y nueve. Rimbaud a los treinta y siete. Los dos Crane, Stephen y Hart, a los veintiocho y treinta y dos. Y Heinrich von Kleist, el autor favorito de Kafka, muerto a los treinta y cuatro en un doble suicidio con su amante."
(Paul Auster, Brooklyn Follies)

1 comment:

Divina nena said...

Cuidado que el tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos.

Por cierto me ha gustado mucho :-)