Saturday, March 01, 2008

Revista de Prensa

Si un buen libro me recuerda a una rica merienda, los suplementos culturales son lo que hojeo distraídamente mientras me tomo la merienda (los jueves) o desayuno (los sábados). Normalmente sus efectos soporíferos suelen ser devastadores, aunque a veces traen agradables sorpresas.
En el ABCD de hoy viene una breve pero estupenda reseña de Rodrigo Fresán sobre Viajando en grupo, de Henry Green. Lo vi el otro día en una librería y la verdad es que sólo por la cubierta (la parte inferior de un reloj en el que pone "London") me apeteció comprármelo, aunque me contuve y sólo lo curioseé un poco. Habrá que hincarle el diente cuando llegue a la biblioteca. Es lo malo de ser anglófilo (sobre todo londonófilo), que me ponen una foto con el Támesis o el Big Ben y ya estoy perdido.
Por cierto, que la semana pasada en ABCD venía un trozo del libro que acaba de salir de Alejandro Sawa, ilustre habitante de la calle Conde-Duque. Tiene buena pinta. Se titula Crónicas de la bohemia: "Pelotón sombrío. Longfellow y Walt Whitman, el uno ungido con gracia apolínea, el otro alimentado con médula de leones, son americanos. Poe, no. Aun nacido en París, la ciudad del arte por excelencia, hubiera pertenecido al pelotón sombrío de los poetas malditos. Echado a la vida en el país de los magazines y del reclamo, Poe fue un aurífice saturniano venido al mundo para sufrir".
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Placa en recuerdo de Sawa (c/ Conde Duque, nº 7)

En Babelia dedican el número de hoy al gran Ian McEwan: lo entrevistan en su casa (el cabrón vive en Fitzroy Square, ¡qué envidia!) y Eduardo Mendoza hace la crítica de su último libro. Así da gusto.
En cambio, todavía no he podido digerir las perlas que soltó el Señor de las Nocillas en la
entrevista de El Cultural del otro día. El titular da una idea bastante aproximada del nivel de ingeniosidad del conjunto: “Proust es un maestro pero su magdalena hoy nos viene envuelta en plástico y envasada al vacío”. No comment. Habla Fernández-Mallo de la "propuesta postpoética", la "nueva literatura", la "docuficción", el "punto ciego", el "afterpop" y otras etiquetas y eslóganes publicitarios. Parece que nos está intentando vender un producto de márketing (envasado al vacío, supongo). Es una pena, porque me parecía una persona cabal. Menos mal que nos aclara que no ha tratado a Wittgenstein en persona, que si no sería ya para preocuparse.

Afortunadamente, el que sigue sembrao es Rafael Reig. Pulsa uno su link y tiene asegurado lo que la mayoría de los libros actuales no nos ofrecen: buena escritura, inteligencia, sentido del humor... ¡y gratis! ¿Qué más se puede pedir? Muy grande.

3 comments:

rubén said...

Rafael Reig es tremendo: "El padrenuestro en una lenteja". Pues eso, lo que decíamos el otro día. Muy bueno.

conde-duque said...

Sí, el tío da en el clavo muchas veces. Y siempre lo hace con gracia.
Eso sí: no estoy de acuerdo con su concepción tan negativa de lo "hipnótico". En este caso, si se refiere a soporífero o aburrido, sí estoy de acuerdo, claro.
Pero existe también otro concepto de lo hipnótico (en literatura, cine o arte) que sí me gusta, y mucho: "lo que no puedes soltar, lo que no puedes dejar de leer (o de ver), lo que te mete en un mundo que no quieres abandonar, etc". Puede ser por cuestión de estilo, o porque te meten en un universo extraño, irreal... No sé, que se me ocurran ahora mismo, por ejemplo, novelas como "El placer del viajero" (Ian McEwan), "El testimonio de Yarfoz" (Sánchez Ferlosio), todo Kafka, etc, etc. Son hipnóticos... y me gustan.
Y películas hay muchísimas.

Lara said...

(yo estoy impactada con las medusas de ahí abajo, cogiditas de la mano...)